Que sí, que hay padres que les da igual que los niños molesten a los de al lado mientras ellos están a lo suyo, aunque hay muchos más que lo que hacemos es educar a nuestros hijos. Eso no es algo automático, requiere de un proceso complejo en el que vivir experiencias en sociedad es básico para conseguirlo. No tiene pinta de que los niños vayan a aprender a manejarse en el mundo real si están siempre en una burbuja de hoteles con toboganes y restaurantes de pizzas en los que poder hacer el cabra sin problema.
Este tipo de negocios tienen sentido desde que se normalizó que los padres tengan niños maleducados, caprichosos y no enseñarles a comportarse en según que situaciones. Antes esto era raro y causa de vergüenza, lo normal era que un incidente se arreglase con una riña del progenitor acatada respetuosamente. Ahora parece que como ciertos papás están de ocio sus hijos son problema del personal del local donde los meten con calzador, sabiendo que las criaturas no van a estar a gusto y se van a aburrir. Pues que les enseñen a aburrirse, o que hagan otro tipo de planes que incluyan sus necesidades, o bien que contraten un cuidador mientras ellos hacen lo que les de la gana. Pero como no hay responsabilidad ni se la espera, el mercado ya pone la solución: niños no y que paguen justos por pecadores, con perjuicio para los buenos padres que se esfuerzan en educarlos bien y que saben que los hijos te cambian la vida, que por suerte aun existen.