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Abro el monedero, hay exactamente dos euros y treinta y siete céntimos, el Toblerone vale 30. Dejo los dos euros en el mostrador. Y me dirijo hacia fuera. En ese momento me intercepta Anabela, sonriente ¿Igual le he gustado? ¿Igual le he caído en gracia? Igual este es el día donde una bonita historia de amor surge, y que cuando nos pregunten como nos conocimos podamos decir algo como, ella quería algo grande y largo, y yo tenía un Toblerone de aeropuerto entre mis manos. Quien sabe.
Se empieza a desabrochar la camisa, y yo, ya estoy viendo el altar, escucho las campanas de boda, me imagino la noche de bodas y… Veo tremendo engendro en la tripa de la que se acaba de convertir en mi nueva exmujer. Desafiante y amenazadora dice “¿Mi bebé tiene hambre?”. Otra madre soltera no, pienso para mí.
Necesito un arma, así que cojo lo primero que tengo a mano, el Toblerone, y me dispongo a usarlo como arma. Como si de un bate de beisbol se tratase me dispongo a tobleronearle la cabeza, pero me distraigo al ver sus dos “ojazos” ahora perfectamente visibles con la camiseta abierta. Con una fuerza sobre humana, me para el brazo, el Toblerone cae a mi derecha, y se avalanza hacía a mi.
@detun3d
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Me inmoviliza, me mira fijamente a los ojos, y me dice, “No se juega con la comida”, y en ese momento la cara rolliza sale y se dispone a darme un bocado en mi tripa. No siento nada. Es un bebe, no tiene dientes, no puede morderme, pero si que me hace cosquillas. La que si que me da un bocado es Anabela en todo el brazo izquierdo. Me retuerzo de dolor, mientras mi mano derecha consigue afianzar un objeto contundente… ¡El Toblerone!
Con la chocolatona en la mano intento zafarme sin mayor éxito, pero en ese momento, se escucha un Tin-Tun-Tan-Tun y se apagan todas las pantallas, aprovecho el momento de confusión para ponerme encima, parto el Toblerone en dos piezas asimétricas. E introduzco una en cada boca que encuentro mientras digo, “Come y calla”.
Automáticamente empieza a ponerse roja, ya no puede respirar. Se retuerce de dolor. Resulta que Anabela, era alérgica a las almendras. Rasgo parte de su camisa blanca para hacerme una improvisada venda para mi brazo, mientras pienso para mi. Esto con Linux no habría pasado.